a) Realiza un esquema de las ideas del texto
b) A partir de las ideas, redacta el resumen del contenido, intentando redactar con coherencia, conectando las ideas, escribiendo un texto propio y original que refleje el texto-base con objetividad.
c) Redacta el tema del texto. A continuación, plantéate si a partir del tema que has propuesto (una frase nominal con un sustantivo abstracto del tipo "análisis", "crítica", "elogio", etc.), podrías haber escrito este texto concretamente.
d) Infórmate y redacta. Escribe una columna periodística de opinión en la que des tu opinión de forma argumentada (pensando en la posible publicación del texto en un periódico de información general) sobre el siguiente tema: EL TECHO DE CRISTAL FEMENINO
(20 líneas (mínimo); tres párrafos; título destacado; folio blanco)
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Musas, sirenas y otros engendros
A veces tengo la impresión de perorar en el desierto con el asunto de las musas, las sirenas y su perverso efecto en la igualdad de las mujeres. Con el daño que tal tratamiento hace a la construcción de una imagen de liderazgo, reducidas las mujeres a bellos adornos para goce e inspiración de los sentidos masculinos. Me llevo una alegría cuando encuentro un alma gemela que siente el mismo horror. Como una lectora que escribía una carta a la directora de Newsweek, Tina Brown, para expresarle su disgusto por un tratamiento de este tipo a la líder estudiantil chilena Camila Vallejo, que ha sido valorada en los medios más por su belleza que por su liderazgo. Incluso esta revista, con dirección femenina, cae a veces en los mismos errores que los hombres.
Después de esa carta, de hecho, volvía a reincidir Newsweek, en un artículo que trataba a la nueva primera ministra danesa, Helle Thorning-Schmidt, como “una decidida socialdemócrata de pómulos envidiables y belleza de reina del hielo”. Y es que así no vamos a ninguna parte, en términos de liderazgo y autoridad, quiero decir. En la medida en que se coloca el foco en el físico y belleza de la mujer, se destruye su autoridad y se sustituyen sus rasgos de sujeto que decide por el de objeto que atrae. Como siempre, vamos.
Y lo anterior no sería muy preocupante si ocurriera lo mismo con los hombres. Si el candidato republicano Mitt Romney, por citar un político guapo, fuera definido, por ejemplo, como un apuesto “sireno” de sugerentes ojos y envidiable silueta que estimula nuestra imaginación. Una imbecilidad, ciertamente, pero que solo nos la parece cuando se la aplicamos a un hombre. Y tan natural resulta cuando sandeces semejantes se escriben sobre las mujeres. Tanto es así, que las mujeres las escriben exactamente igual que los hombres. Pero siempre sobre otras mujeres, no sobre los hombres. He ahí la otra diferencia de esta historia. El tabú que impide a las mujeres admirar el físico de los líderes. Si ellos lo hacen, es natural. Pero si ellas se ponen a encontrar sugerentes inspiraciones en los cuerpos y rostros de ellos, es que son unas indecentes, incluso unas obsesas sexuales. De ahí que aún no tengamos unos palabros para llamar a los “musos” y “sirenos” de turno. Están prohibidos por la moral masculina.
Y luego nos preguntamos por qué es tan difícil que las mujeres triunfen como líderes políticas. Una encuesta del Pew Research Center de 2008 en Estados Unidos mostraba que los ciudadanos encontraban superiores a las mujeres en varios rasgos del liderazgo. Y, sin embargo, un 21% consideraba que los hombres eran mejores líderes frente a un 6% que apostaba por ellas. Algo tienen que ver las musas, las sirenas y otros engendros, me temo.
P. D.: En la ultramasculina campaña electoral que acabamos de pasar, apenas han asomado las mujeres. La buena noticia es que una de las escasas coincidencias de los dos líderes, Rajoy y Rubalcaba, se produjo precisamente en el reconocimiento de nuestras desventajas y en la necesidad de su resolución.
Edurne Uriarte, "Mujer hoy" (26-noviembre-2011)
